Julio Vasquez.

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miércoles, 19 de septiembre de 2007

La cárcel que se convirtió en una pasarela de modas


El principal centro penitenciario de mujeres de El Salvador fue escenario hoy de un divertido desfile de indumentaria en el que reclusas exhibieron sus propios diseños. Vea las imágenes

Las rejas servían de adorno y hasta los guardias de seguridad contribuían al abrir y cerrar la puerta donde iniciaban el recorrido unas 15 modelos del capitalino centro de readaptación para mujeres.

La multitud que las coreaba y aplaudía, unas sentadas y otras amontonadas en rejas aledañas, eran parte de las 677 reclusas de esta prisión donde hace unos tres años riñas entre pandilleras dejaron un muerto y tres heridos.

"También en la cárcel se puede modelar. ¿Por qué no?", respondió Laura Quintanilla, una joven de piel morena, mediana estatura y pelo negro que terminaba en sus caderas, luego de modelar un vestido blanco tejido y adornado con perlas.

"Esto demuestra que estamos poniendo todo nuestro empeño para salir adelante de los errores que cometimos", agregó la mujer de 21 años, que ha cumplido un poco más de la mitad de una condena de cuatro años.

Quintanilla, que al final ganó el premio como mejor modelo en traje de noche, fue ovacionada por el público. Su vestido fue elaborado por su amiga y compañera de celda Carolina Alvarado.

Las reclusas modelaron trajes informales, de noche y hasta de primera comunión que fueron confeccionadas en el interior del recinto. Algunas telas y materiales como hilos para croché, perlas y lentejuelas fueron importadas incluso de Guatemala, según los organizadores.

La actividad se realizó en el marco de una semana cultural en honor de la virgen De La Merced, patrona de los reclusos salvadoreños que rondan los 17.000 y de los cuales unas 900 son mujeres.


"El objetivo es demostrarles a la sociedad que ellas merecen una segunda oportunidad. Creemos en la rehabilitación de las internas y le estamos apostando a eso", dijo el vocero de la Dirección General de Centros Penales, Alberto Uribe.

Las autoridades penitenciarias de El Salvador implementaron desde hace cuatro años programas que permiten a los reos reducir sus penas mediante trabajos de servicio público, como limpieza de playas o construcción de viviendas para afectados por sismos.

Los trajes confeccionados por las reclusas del penal de Ilopango, que tienen un costo de unos 50 dólares, serán expuestos en la tienda principal del recinto.

Los fondos son entregados por las presas a sus familiares.

Las reclusas también confeccionan otros artículos como almohadas con varios diseños o nombres, adornos de madera y hasta muñecos de peluche.

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